domingo, 17 de junio de 2007

Parte de Guerra…


Mi querida Shangai Lu:

“No hay hombre
que no tenga una pasión
la mía consiste
en escribir versos” Po Chu-I


Desde tu partida esta mañana en el carruaje que te llevo hacia el oriente, junto a tu familia imperial, el insomnio (mi fiel escudero y único amigo) ha regresado. Sin duda la única cura para esa amistad (ese pacto) es una extraña flor oriental, una doncella raptada de su pabellón de oro… te extraño, de eso no hay duda, y es algo que me da una triste alegría, tan extraña y al mismo tan oriental.

Los dos poetas chinos que se han embarcado juntos a mí (no podrías imaginar lo extraños que son, o quizás si, ambos dicen que te aman y se tratan con desprecio por ello, pero me rinden pleitesía por ser tu elegido, uno solo escribe, el otro, solo lee, pero al parecer serán mas útiles en batalla que cualquier otro soldado…), en esta escaramuza contra el General Bolaño, me han convencido de que te escriba una carta pese a la diplomacia y las normas que se debería seguir, la vida sobre el mar se ha hecho extraña, llena de una especie de sueño, de sopor, que nos mantiene a todos en un estado semejante al de aquel que esta a punto de dormirse o a punto de despertarse, no podría explicarlo bien…

Quizás se parezca a lo que decía el niño Rimbaud:
“………..
Me eran indiferentes todas las tripulaciones,
carguero de trigos flamencos o algodones ingleses.
Cuando con mis sirgadores terminó ese alboroto,
adonde yo quería ir me dejaron descender los Ríos.

En los chapoteos furiosos de las mareas,
yo, el otro invierno, más sordo que los cerebros de los niños,
¡corrí! Y las Penínsulas desamarradas
no han sufrido caos más triunfantes.

La tempestad ha bendecido mis despertares marítimos.
Más ligero que un corcho he bailado sobre las olas
a las que llaman rodadoras eternas de víctimas,
¡diez noches, sin añorar el ojo memo de los faros!
…………….
Y desde entonces, me he bañado en el Poema
del Mar, infundido de astros, y casi lechoso,
devorando los azures verdes; flotación lívida
y arrebatadora, un ahogado pensativo a veces desciende.

Donde, tintando de golpe las azulinas, delirios
y ritmos lentos bajo las rutilancias del día
más fuerte que el alcohol, más vastas que nuestras liras,
¡fermentan los rojos del amor!
………………………………………………………”


Quizás sea como decía ese niño ebrio, quizás sea solo melancolía, quizás seas tu tan peligrosa y adictiva como el opio de tu tierra, como el humo de ensoñaciones voluptuosas y humo… el barco avanza, tambaleándose, como borracho.

La Capitana Gutierres de me ha encargado continuar interrogatorios, por lo menos cinco mas, aunque intente negarme su oferta fue ineludible, su paga me asegurara los estipendios para comprar algunos libros, municiones, tabaco… se alegro también del desafió que he emprendido contra el General Bolaño, el, pese a todo, sabe dejarse querer, como una vieja prostituta, a la cual siempre volvemos algunos marineros, algunos soldados, algunos detectives salvajes, algunos ladrones de bancos… el se deja manejar, sabe mostrarse en su goleta veloz, para después desaparecer, me tienta con sus luces, se aleja con sus disparos y sus luces segadoras, siempre hizo lo mismo, por eso siempre lo he perseguido, pero pronto lo atrapare, pronto…

Otro de mis marineros chinos, uno que extrañamente se hace llamar Diego, intentando camuflarse con los otros marineros occidentales, me ha revelado un secreto de tu nombre, un secreto azul, que se acerca mucho a mi profesión de turno… Diego continua contándome secretos raros, quizás son sus cuentos chinos, verdades a media, o verdades orientales que los occidentales difícilmente comprenderemos, quizás son cosas que se le escapan ante la autoridad que desprende mi uniforme, mejor dicho mi disfraz (no podría decirte cual, si el de detective, si el de escritor, si el de ladrón de bancos…) o mentiras que le piden los otros dos poetas (el que solo lee, el que solo escribe) me haga creer.

Shangai significa en el mar, Shangai Lu es “en el mar azul” o mas bien “sobre el mar azul”… yo en mi goleta (mi viejo y fiel “Britania”) remonto el mar azul, deseando remontar alguna noche el océano, tan parecido a un cuerpo, de una doncella oriental… tan profunda, tan frágil, tan violenta como el mar, azul, siempre azul.

Desearía contarte que soñé esta noche, pero no he soñado, solo he ensoñado, que es algo distinto, ese mareo que generan los barcos, esa ebriedad que genera la compañía de mis marineros chinos, el general Bolaño que se escapa y me pide que lo siga… las ensoñaciones han sido raras y espesas, como el opio oriental, como la niebla de Londres, que queda ya tan lejos, como despertar y romper el día con tigo a mi lado, ensoñar, soñar por ejemplo que te veo sentada en una plaza en una ciudad extraña, que se llama Buenos Aires, una ciudad que quizás no existe, o que invente, o que otro invento por mi, o por i… no importa. Ensoñar, soñar, por ejemplo que te veo sentada en una plaza de esa ciudad extraña dejada en ese lugar tan frió y distinto de tu China natal… entonces y me acerco a ti, todavía con mi uniforme (no podría decirte cual, si el de detective, si el de escritor, si el de ladrón de bancos… ) te miro y tus ojos me miran y te digo, sin motivo, “Shangai Lu , querida, Shangai Lu, no sirvo de anda, ni nunca serviré para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie siquiera lo intentara.” Entonces, como que me sonreías, y yo, como que era feliz. Después se ponía a llover con una lentitud poderosa y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero donde estaba nuestra casa?.... entonces despertaba del ensueño y recordaba al General Bolaño, que seguramente me miraba desde entre la niebla, con su catalejo, sonriendo, quizás hasta riendo o talvez bebiendo para que la muerte lo alcance antes que yo… pero esa es una batalla pendiente, una batalla futura.

Te extraño mi Sangay Lu, si logra mañana saciarte de la charla de tus cortesanas de de la lengua de las víboras que conforman tu corte, y tienes tiempo, y tienes ganas, sabes que siempre habar un lugar en mi frió camarote para ti. Puedes llamar, puedes mandar una carta, o no.

O no, y dejar que los ensueños continúen, que el General Bolaño me siga mirando desde su catalejo, desde su goleta, riendo, quizás bebiendo para que la muerte lo alcance antes que yo (el muy bandido nombro a su goleta “La Universidad Desconocida”, algún día lo alcanzare, algún día…) yo, como siempre, espero. Yo, como desde hace un tiempo, te espero.

Quiero verte pronto, doncella enorme, como el océano azul, Shangai Lu.

“Con un manojo de blancos lotos
hurtados del lago
regresa una doncella
remando en su pequeño bote.
No puede ocultar las huellas
Porque al embarcación
A través de los flexibles juncos
Dibuja una delatora estela.”
Po Chu-I

Con amor me despido
J. C. Moragaux, capitán de la Royal Navy Cutter Academy, desde la goleta “Britania”, ladrón de bancos y escritorcillo.

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