sábado, 9 de junio de 2007

Nuestra Música o sobre nuestra época, nuestra perspectiva, nuestros modelos de espanto (bolañadas)


“Yo trabajo con al ignorancia, con la impotencia… pienso que, en nuestros días, cualquiera que preste atención a su propia experiencia se da cuenta de que es la de alguien que no sabe, que no puede.” Samuel Beckett.

Los días, la vida (la poesía) son como este texto: colmado de omisiones. Me tumbo en la cama a pensar algunas cosas y a beber otras mas fuertes.
Por supuesto, como siempre, llega Ella.

1

Dos o tres cosa que se sobre ella

“No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto,
Es lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos”
(Gabriel Celaya, La poesía es un arma cargada de futuro)

(Fue por ella, por su culpa, que todo lo que leen comenzó, no esta crónica, ni todas las crónicas ya enviadas, sino que es por ella que existe la literatura... fue como la violencia, partera de las historias. )

Estoy visualizando nuestros rostros sedados
con la impronta del amante dolorido
y tu aire seductor envenenando mi retórica…
estoy visualizando una casa hace años con dos niños
estoy visualizando el hambre de una tarde pobre, una tarde fría y pobre de villa y pasillo, en una ciudad gris. Esa ciudad se llama Santiago.

Hay, además, solo una manzana.

Cuando corto la manzana encontró, en una de las mitades, un gusano dentro:

- no es maravilloso – dijo, separo la parte del gusano, el costado izquierdo de la manzana, corto el derecho en dos, me tendió una de las mitades (en realidad un cuarto de la mitad derecha) y el otro lo masco.

Hacia un frió ártico y ella tenia los cachetes y la nariz roja, en esa casa oscura y hecha casi de cartón.

Yo solo la miraba, no tenía mucho más que hacer ante ella.

Tenia unos cuantos secretos que no me interesaba conocer, no por que no quisiera, sino por precaución, solo precaución, descubrir que bajo esos cincuenta quilos de peso y metro setenta de de piel y hueso se podía esconder la mas oscura de las cosas, un enorme agujero negro que, sin duda, me devoraría, una cicatriz abierta y sin zurcir.

Escribió algunos de los poemas más bellos que alguna vez leí.

Comía la manzana con una lentitud exasperante. Y mientras yo la miraba, mi porción se oxidaba tomando un color marrón y poco apetitoso.

(Mientras, afuera, en el mundo, miles y miles de jóvenes, modernos y atrevidos, escuchan sus música moderna y atrevida, serigrafían sus remeras, con frases inteligentes de publicista e imágenes de la cajita catódica, de la web, consignas que vieron en algún canal cultural de cable o leyó en algún folletín importado (Spin? ArtNow? Zinemagazine? Flux?...) comiendo Sugus con sus amigos diseñadores….)

La miro y siento como si mi sangre fuera agua mineral gasificada, me mareo. Quiero desvanecerme, no desmayarme, solo desvanecerme… como el gas del agua mineral.

Solo podía imaginarla en su quietud tejiendo delante de la guillotina, salpicando su bufanda ante monarcas decapitados… ella inmutable, como un grabado de la Revolución Francesa.

El gusano seguía en su mitad de la manzana, posiblemente, feliz.

Ella sabia que aunque mis ojos Esteban sobre ella, sobre su lento comer, pensaba en el gusano, mis ojos verdaderamente estaban en la otra mitad de la manzana.

- Hasta en una papa se puede encontrar un gusano dentro – dijo – no necesariamente dentro de una manzana… y es así como se encuentra la belleza en las cosas… No en una mesa enorme con la comida servida, y llena de gente hambrienta alrededor, sino que lo bello seria una mesa vacía llena de gente hambrienta alrededor… gente esperando su salvación.

Después solo siguió masticando el pequeño fragmento de manzana que le quedaba en la mano.

2

Ella: Una manzana verde y cuadrada


“… Puedo hacer que tengan frió o calor
puedo hacerles sentir miedo…
pero no cualquier miedo ¡no!
Puedo hacerles sentir mi miedo frágil,
que me nace al ver una olla con agua hirviendo.
O el frió, el frió que se cuela por
mis huesos
Apenas abro la puerta de la heladera…
A eso le llamo poesía…”
(Constanza Montenegro)

Una manzana verde y cuadrada...

Frágil y triste, costura catedrales cada vez que podía, me demolía da vez que podía.

Con la dulzura de los desahuciados, escribía sobre un grano de arroz en una olla de agua caliente, o sobre una hormiga cargando, no una hoja, sino a su hermana muerta, o un huevesillo. Incluso, no pocas veces, me hablo de las manzanas o duraznos a medio comer.

Esas violentas y mínimas postales, pan de cada día, son de los poemas mas bellos recuerdos... dejo atrás todo posible equipaje, todo antiguo personaje desgastado. Y es que su dulzura, aunque se que esa no es la palabra correcta, pero diremos que su dulzura cubría una oscuridad enorme, de una forma angulosa y frágil, donde florecen extrañas y breves frutas, flores, helechos, selvas, taigas, tundras, estepas, todos silentes, todos secretos, todo en ella, algunos, pocos, muy pocos, también para mi.

No tardaría en llegar la tragedia, eso lo sabia (esa invitada inevitable, quizás antes, quizás después.)

Era delgada. Siempre me pareció una ramita al borde de romperse, una manzana a punto de caer. Era delgada. Un hilito de vida.

Hace tiempo ya no sé de ella...
(Ella, Ela, Elle, She, Lei, Sei, enumeraba un suicida...)

Tal vez eso sea bueno en cierta forma, en una forma frágil y triste (su única forma posible, su forma).

A veces pienso en ella, y digo, para mi, que ya sucumbió. La delgada varita ante el huracán de la pena se partió en dos (como algunos ya lo hicimos) o tuvo la valentía insolente de dejarse caer de su árbol, de dejarse partir... A veces soy feliz y pienso en ella, pienso, imagino, sueño que ella es una manzana roja colgando de un árbol, una delgada varita ante el viento huracanado. Y sigue jugando a ser una tierna y rara manzana roja que esconde su verdadera realidad.

Y un día sin, personajes desgastados que molesten, preparara las escenas necesarias, los guiones, las formas, donde ella piense, imagine, sueñe, su revelación, regale gratuita su verdadera forma, un fruto diferente, una manzana verde y cuadrada.

“... cuando pienso en su vida
y la comparo con otras vidas
que parecen más interesantes, originales
y bellas
comprendo que ella hirió menos gente
que cualquiera que yo conozca
(y con herir quiero decir nada más que herir).”
(Cahrles Bukowsky, Uno para mi querida dientes torcidos)

4 comentarios:

J R dijo...

Me encantó este blog!
Saludos!

Unknown dijo...

malo por que?
por que escribis mal?
o por que la gente te considera malo?

Unknown dijo...

nada bueno sale de mi tampoco
si la gente disfruta o no problema de la gente no te parece?

Daniel O. Requelme dijo...

La poesía de la heladera es picara, original y también bella. Chau


Daniel O. Requelme

Cordoba - Republica Argentina


www.danielrequelme.com.ar